Me siento como un personajillo al que han desgajado de su historia
A la madrugada ya del viernes os escribo este artículo. Sólo para deciros que acabamos de pisar tierra en Punta Arenas. Todo se precipitó como nunca nos había ocurrido. Apenas cinco horas antes nos informan que podremos salir de la Antártida en un Hércules C-130 chileno que llega al Continente Blanco lleno de periodistas para la visita de los presidentes.
Todavía no he asimilado que la Antártida quedó allá, lejos… hasta otra campaña. No, todavía no lo he asimilado. Llegamos a la madrugada a Punta Arenas y lo primero que me sorprende es la noche, la oscuridad. Por la latitud a la que nos encontrábamos y la época de verano, no teníamos oscuridad, tan sólo un breve crepúsculo.
Durante todo el trayecto del aeropuerto al pequeño hostal donde nos alojamos, he tenido una sensación extraña. Todo lo que veía no lo asimilaba. Las imágenes de la ciudad, los coches, las casas no han entrado en mí todavía. No sé cómo, pero percibo que mi mente se ha quedado remolona allá en el Continente Blanco, como si se hubiera separado de mi cuerpo.
Ya os contaré cómo nos vamos a organizar estos días que nos quedan hasta nuestro regreso a España, todavía no lo sé, pero está claro que no nos vamos a quedar quietos en la ciudad. Tengo muchísimas cosas todavía por contaros de la Antártida, tengo muchos vídeos todavía por editar y mostraros… Se vive con tanta intensidad en aquella tierra helada, que necesito al menos el doble de tiempo para contaros un mínimo de lo acontecido.
Así que no sé cómo ni en qué orden… pero seguiré tras el Blog narrándoos las aventuras vividas. De momento sólo os puedo decir que me siento como un personajillo al que han desgajado de su historia, sin haberle consultado.
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